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Coronel Camacho, un militar con un corazón “pixelado”.

Un hombre introvertido, serio pero con alma aventurera, galante al servicio de los demás, convencido de hacer todo con pasión y entrega; así es como se identifica el Coronel Henrry Alexis Camacho. Un militar ligado al amor, la consagración por su familia y su profesión.

El Coronel Henrry, oriundo de Bogotá, Cundinamarca, soñador, leal y buen amigo; es padre de Mia Camacho una dulce niña de cinco años de edad, casado con Paula, una abogada y excelente madre. Sus padres oriundos de Madrid y de Facatativá, siempre dedicados a cuidar siempre de sus tres hijos. “No somos adinerados, pero somos ricos porque tenemos mucho amor y unión en mi familia” comentó el Oficial.

Su bachillerato lo culminó a los 14 años de edad, graduado como mecánico automotriz, orgulloso de haber construido un carro como proyecto de grado. Allí, comenzó a demostrar el liderazgo que lo caracterizaba, ejemplo de ello fue el incentivar a sus compañeros en hacer algo innovador.

Luego de culminar sus estudios secundarios, decidió presentarse por primera vez a la Fuerza Aérea Colombiana, con esa enorme ilusión de convertirse en piloto militar, pero no fue aceptado por no haber cumplido requisitos; era muy joven para ser incorporado. Él, con las expectativas siempre en alto decidió con apoyo de sus padres realizar un intercambio por un año en los Estados Unidos, preparándose para volver a Colombia a incorporarse en lo que el anhelaba, ser aviador.

Esta pasión nació desde muy joven cuando su abuelo quien era obrero lo llevaba a observar todas las construcciones que realizaba en el municipio de Madrid, donde ellos vivían; un día, vio desde muy cerca unas aeronaves volando “fue admirable ver ese milagro del cielo” ratificó el Oficial.

Después de haber realizado su intercambio, llegó de nuevo a Colombia con experiencias y aventuras vividas, teniendo siempre en su cabeza el propósito de ser un “héroe del aire”. El 11 de enero de 1994 fue aceptado en la Fuerza Aérea Colombiana, en el curso No. 70, iniciando el primero y segundo año la formación académica, continuando para el tercer año lo que más soñaba hacer, volar. “Mi primera aeronave fue el Cessna T-41, al comienzo fue difícil, pero con mucho tesón y sacrificio logré sacar el curso adelante”, agregó el Coronel.

Culminando sus estudios y graduándose como piloto y militar de la Fuerza Aérea Colombiana, en enero de 1998 el Oficial llegó al Comando de Apoyo Táctico No. 1 llamado ahora, Comando Aéreo de Combate No. 4. Agregó “confieso que no quería volar helicóptero, pero ahora entiendo porque fui entrenado para volar aeronaves de ala rotatoria…”.

Después de realizar su curso de helicóptero fue destinado para Barranquilla en el Comando Aéreo de Combate No. 3, “allí inicié mi época de operaciones en el Urabá Antioqueño, en la Sierra Nevada y todos los departamentos del norte de Antioquia; era una tiempo complejo porque en ese momento la guerra estaba en furor, no teníamos mucho tiempo de descanso, pero realmente no nos importaba lo hacíamos con amor, lo más bonito de todo esto, era ver el resultado en la sonrisa y admiración de un niño, cuando llegábamos a hacer un apoyo o cuando aterrizábamos en veredas donde la población nunca había visto un helicóptero”, afirmó con gran satisfacción el Coronel Camacho.

Posterior, continuó volando Huey II y por la intensidad de combate fue cambiada la aeronave por un “Rapaz”, helicóptero artillado de la Fuerza Aérea Colombiana, siendo una de sus mejores épocas en vuelo porque era el único copiloto de este equipo y por ende volaba mucho más, apoyando a la tropa en tierra cuando lo requerían.

Después de varios años, salió trasladado para Bogotá, donde fue designado para Servicio Aéreo a Territorios Nacionales, SATENA, en el grado de Capitán. Estudiando con mucho compromiso culminó el curso de avión, volando como copiloto del Embraer EMB 170 LR. Antes de realizar su primer vuelo tuvo un momento doloroso para su vida. “Fue un día triste, el 9 de julio del 2007, porque una persona embriagada conducía su automóvil y pasándose el semáforo en rojo, impactó mi vehículo, lo que ocasionó un accidente trágico, quedé cuadripléjico” recordó con tristeza.

Después de un mes, el Coronel Camacho salió del hospital en silla de ruedas, listo para continuar con muchas ganas su vida, ayudado siempre por Dios, su familia y su Institución; adaptándose a esta nueva situación.

Su recuperación exigió cinco años de tratamiento, en los cuales los primeros dos años fue a terapia diariamente, soportando los dolores y lo que conllevó esa situación. Así mismo, continuó trabajando en el Comando de la Fuerza Aérea Colombiana, en la ciudad de Bogotá, trabajando en Investigación de Accidentes, donde logró caminar, lento pero seguro, y aunque a veces sus piernas no le respondían, él no perdió las esperanzas de lograr su movilidad totalmente.

Con la fe puesta en Dios, volvió a caminar. Con mucho esfuerzo recuperó su aptitud psicofísica, lo cual le permitió ser calificado para recobrar su autotomía de vuelo. De tal manera, que después de cinco años de esfuerzo logró ser designado para ser parte de la tripulación del avión CASA C-295, posterior fue seleccionado para volar Turbo Commander- 690D.

En 2013 realizó el curso de Estado Mayor, programa académico militar para ascender al grado de Teniente Coronel. Durante este periodo conoció a Paula quien en poco tiempo sería su esposa, siendo una fortaleza más para continuar con esta exigente y satisfactoria carrera militar. Años después, tendría a su hija, Mía Camacho.

En este mismo instante la Institución designó el traslado del oficial a la Macarena, departamento del Meta, dejando a su familia en Bogotá, lo que lo acongojó por no poder ver crecer a su niña; pero siempre con la mirada hacia el cielo, porque en su vocación no se puede mirar hacia atrás. Allí, en la Fuerza de Tarea Conjunta Omega realizó con sus subalternos destacadas operaciones en contra del enemigo, neutralización de diversos laboratorios de cocaína, igualmente, el primer vuelo de aeronave no tripulada desde la Macarena hasta Tres Esquinas, así mismo, el rescate de varios niños por mordedura de culebras al igual que tantas acciones encaminadas a apoyar a las comunidades más vulnerables en este sector del país.

Gracias a sus resultados, en 2017 fue nombrado como Comandante de Grupo de Combate en el Comando Aéreo de Combate No. 4 en Melgar, Tolima, donde llevó a cabo importantes operaciones que contribuyeron a la seguridad de los departamentos de Tolima, Huila y parte de Cundinamarca.

Al año siguiente, fue delegado para ser Director de la Escuela de Helicópteros para las Fuerzas Armadas, lo cual era un gran honor, teniendo en cuenta que fue instructor de la misma, y es un cargo muy destacado en la carrera de cualquier piloto de la Fuerza Aérea Colombiana. “Con mi equipo de trabajo empezamos a fortalecerla, brindando desde la parte de instrucción un grano de arena con nuestra experiencia, logrando el éxito que tiene ahora esta escuela internacional”, manifestó el Coronel Camacho.

En la actualidad, el Coronel Henrry es el Segundo Comandante del Comando Aéreo de Combate No. 4, liderando desde su área al personal de Oficiales, Suboficiales, Soldados y personal Civil, contribuyendo con su experiencia para el cumplimiento de la misión de la Unidad. Estricto pero justo, dedicado a su “familia Colibrí”, logrando brindar como líder el equilibrio emocional de su gente para desarrollar de manera contundente procedimientos tanto administrativos como operacionales, un gran líder. “Amo mi Institución y la honro con mi trabajo, sirviendo siempre al país donde Dios destine mis pasos” concluyó el Oficial.

Autor
T2. Nathaly Martínez Bernal

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