Conociendo un avión a través del tacto, olfato y la audición
Sesenta y ocho personas con discapacidad visual participaron en una actividad organizada por el INCI y la Fuerza Aérea de Colombia en el Comando Aéreo de Combate No. 5, ubicado en Rionegro, Antioquia. En aquella experiencia estas personas lograron conocer por medio de sus otros sentidos aeronaves usadas para cumplir misiones de protección, médicas, de guerra o transporte de alimentos y ayudas.
La cita era a las siete de la mañana de un martes. Aquel día 68 personas con discapacidad visual vivieron una gran aventura en los grandes pájaros de metal que recorren los cielos colombianos para cumplir misiones de protección, médicas, de guerra o transporte de alimentos y ayudas. Uno a uno fueron llegando a El Instituto Nacional para Ciegos (INCI), en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá.
Algunos llegaron en grupos de tres o más. Para ayudarse caminaban en fila con una mano sobre el hombro del compañero. Otros iban acompañados por un familiar, que no tuviera esta discapacidad y tan solo dos fueron junto a sus inseparables amigos de cuatro patas. Junto con su perra Indi llegó Carlos Manrique, de 27 años de edad, quien tiene problemas de visión desde que tenía tres años de edad por una enfermedad conocida como retinosis pigmentaria, de origen genético y degenerativo. En el país hay aproximadamente 1.118.000 personas con discapacidad visual según el censo de 2005.
“Considero que el bastón no es práctico y me siento inseguro con él, por eso prefiero la compañía de mi perrita guía, Indi, que está conmigo desde hace dos años. Con ella me siento más seguro para movilizarme por la ciudad. Mi perrita, es mis ojos”, dijo Carlos Manrique, amante de la música y los libros de Sherlock Holmes.
Para asistir a la hora designada tuvo que madrugar bastante y hacer un largo viaje en Transmilenio desde Bosa hasta Teusaquillo. En aquel recorrido tardó cerca de dos horas. Al llegar se subió en uno de los buses que fueron dispuestos para el traslado hasta el Comando Aéreo de Transporte Militar (CATAM). Los minutos pasaban y la ansiedad y la emoción eran en ese momento los sentimientos que predominaban en Manrique.
Ya en la base aérea de CATAM, la espera fue un poco más larga, ya que el vuelo que estaba destinado a salir a las 9:30 de la mañana, se retrasó una hora. Durante esos 60 minutos Carlos Manrique aprovecho para reencontrarse con algunos de sus amigos. “Esta actividad también sirve para hablary encontrarse con los amigos. Además de sacarme de la rutina diaria”, dijo Manrique.
El artífice y organizador de esta salida fue el Coronel Luis Carlos Villamizar, quien perteneció a la Fuerza Aérea Colombiana, durante 34 años hasta ser Comandante de la Base. También se desempeñó como vicepresidente de la aerolínea Satena, pero debido a una enfermedad su visión se apagó. Aquel acontecimiento fue difícil tanto para él como para su familia.
Para superar este impase y seguir siendo un hombre activo se ha vinculado con varias actividades que hace el INCI. Para el Coronel Luis Carlos Villamizar es muy gratificante poder llevar a conocer las bases militares a personas con discapacidad.
El reloj marcaba las 10:20 de la mañana y es justo cuando Villamizar da un pequeño, pero sentido discurso a sus compañeros. “Gracias por asistir a esta actividad, la idea es que ustedes se sientan bien y puedan conocer cómo funcionan nuestras fuerzas militares y policiales”. Al terminar todos aplauden. Otros hacen arengas y gritan de la emoción.
Y por fin, luego de esperar por una hora llegó el momento de subirse al avión Boeing B 737, el cual es adecuado con sillas segundo antes de abordarlo. Mientras eso sucede se tomaron fotografías en la pista. Y aunque están en un mundo de oscuridad, sus otros sentidos se convierten en sus ojos.
Los sonidos del avión, la descripción que hicieron sus familiares y los pilotos de la aeronave fue información suficiente para que su imaginación volara y en sus mentes recrearan la figura y colores de aquel pájaro de metal, que los llevó rumbo a Rionegro, Antioquia.
Uno a uno se acomodaron en las sillas. Hasta el momento todo era similar a un vuelo comercial, pero al despegar sintieron la diferencia, ya que lograron percibir la fuerza de la nave. Muchos se asustaron y gritaron. Ya en el transcurso del viaje se fueron cantando y más tranquilos.
Carlos Manrique y su perrita Indi se ubicaron en la parte de adelante del avión, la cual era oscura, porque no contaba con ventanas. Su compañera de cuatro patas estuvo muy tranquila durante el viaje. El vuelo tardó cerca de 45 minutos.
Como si fueran unas grandes personalidades fueron recibidas las 68 personas con discapacidad. Al bajar del avión una banda musical del Comando Aéreo de Combate No. 5 tocó diversas melodías para ellos. De sus rostros salieron sonrisas de agradecimiento. Además, cada una de las personas con discapacidad contaron con la compañía de un oficial durante su visita.
“Bienvenidos a la casa de los halcones valientes”, dijeron los oficiales. La aventura de conocer cada parte de los helicópteros AH-60L Arpía, UH-60 "Angel” y un Cessna Caravan 208 inició.
Las manos y su sentido del tacto se convirtieron en sus ojos, en la forma de ver los helicópteros del Ejército colombiano. Guiado por su perrita y el oficial Duque se acercó a la aeronave UH-60 "Angel”. Con sus manos palpó las aletas, hélices, llantas y otras partes de este aparato. Mientras hacía el recorrido por cada parte del aparato, el oficial que lo acompañó en toda la jornada le iba diciendo lo que iba tocando.
El sonido de los motores y el olor de los aviones también contribuyeron a que la descripción fuera un poco más cercana y es en ese momento cuando su mundo de oscuridad dejó de ser lo, porque dio paso a que su imaginación volara.
“En esta ocasión me pude subir a los aviones y al helicóptero. Esta experiencia ha sido muy emocionante, porque nunca he podido ver y al conocerlos de cerca y tocarlos pude entender e imaginar cómo es realmente el avión. Por ejemplo, yo pensaba que las llantas de los aviones eran muy grandes, pero al tocarlas me di cuenta que son pequeñas, similares a la de un automóvil”, relató Carlos Manrique, quien es músico y trabaja en una fundación en donde ayudan a superar problemas psicológicos.
La experiencia de tocar y subirse en los aviones y helicópteros del Ejército de Colombia para algunas de las 68 personas con discapacidad fue asombrosa y única. A otros, en cambio no les emocionó tanto, pero lo que sí movió sus fibras fue tener de en sus manos el armamento, que tienen en el Comando Aéreo de Combate No. 5.
“Las personas con discapacidad visual y los colombianos en general estamos tan alejados del mundo de los aviones, helicópteros y armamento del Ejército, por lo que es muy importante hacer salidas culturales para conocer el funcionamiento de las fuerzas armadas”, afirmó Carlos Parra Dussan, director del INCI.
Algunos emocionados tocaron y se colgaron un fusil M-16 o fusil táctico TAVOR T.A.R. 21. Mientras las palpaban, el teniente Roberto Castro Rodríguez les explicaba el funcionamiento y en que situaciones se habían usado. Carlos Manrique junto a Indi se tomó fotografías con el armamento. Su perrita ni por un instante se alejó de él, pese a que en un momento la dejó suelta.
Esa fue la actividad con la que terminaron la visita por la casa de los halcones valientes. Con una sonrisa en sus rostros y capturas de la experiencia se despidieron las 68 personas del INCI, que tuvieron la oportunidad de ver los aviones y helicópteros a través de los sentidos del tacto, olfato y audición.
Carlos Manrique en forma de agradecimiento se tomó una fotografía con el oficial Duque, junto a Indi, para mostrarla a sus familiares al llegar a casa a una de las personas que le ayudó a poder ver con sus sentidos los grandes pájaros de metal.