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Proceso de formación como piloto de helicóptero: la historia de tres alumnos

En la Escuela de Helicópteros de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, ubicada en el Comando Aéreo de Combate No.4, los cielos se convierten en el aula donde se forjan los futuros guardianes de la seguridad y el servicio, este espacio de formación, único en su tipo en el país, simboliza un desafío constante que no solo pone a prueba las habilidades técnicas de los estudiantes, sino también su resistencia emocional y su carácter.

Convertirse en piloto de helicóptero militar no es un camino fácil, requiere un profundo compromiso, disciplina, sacrificio y lo mas importante, un propósito; a través de las historias de tres alféreces destacados Piza, Sáez y Reyes, se puede percibir la magnitud del esfuerzo que implica transformarse en un piloto de ala rotatoria, un rol que va más allá de manejar una aeronave, pues representa una responsabilidad inmensa con la nación.

Desde Tunja, Boyacá, el Alférez Piza llegó a la Escuela Militar de Aviación cargando no solo un sueño, sino también un legado familiar de servicio, creció influenciado por su padre, un agente de policía, y su hermano, buzo militar, quienes fueron su mayor inspiración. Sin embargo, enfrentó un obstáculo inesperado, el miedo a las alturas; a pesar de lo paradójico que pueda parecer, encontró en la exigente formación de la escuela las herramientas para superar esa barrera. Según relata, las intensas madrugadas, el esfuerzo mental de estudiar manuales técnicos de aerodinámica y supervivencia, y las largas jornadas de entrenamiento lo transformaron en una persona con carácter inquebrantable, lo que antes era un temor ahora se ha convertido en una motivación para llegar a comandar una tripulación de Black Hawk, con la esperanza de usar sus habilidades en misiones humanitarias que beneficien a las comunidades más vulnerables.

Por otro lado, el Alférez Sáez, quien destaca por su enfoque técnico, encontró sus mayores retos en los complejos sistemas que operan las aeronaves de ala rotatoria, desde el manejo del control de vuelo hasta las maniobras nocturnas, su formación ha sido una constante prueba de concentración y habilidad. Las emergencias simuladas, como fallos en el motor, lo enseñaron a mantener la calma bajo presión, una habilidad esencial para cualquier piloto militar. Sáez subraya que la práctica constante y la atención a los detalles han sido clave para superar los desafíos, reafirmando su compromiso con la seguridad de las operaciones aéreas, en su perspectiva, cada obstáculo superado lo acerca más a su objetivo de contribuir a la misión de proteger a Colombia mientras se convierte en un ejemplo de integridad y profesionalismo para sus compañeros.

Para el Alférez Reyes, el desafío más grande no estuvo en el aula ni en los simuladores, sino en equilibrar las demandas del entrenamiento con su vida personal, este equilibrio, indispensable para mantener un rendimiento óptimo, se convirtió en su meta personal durante el curso. Momentos difíciles, como enfrentar pruebas técnicas que pusieron en duda sus capacidades, lo llevaron a apoyarse en la comunidad que encontró entre sus compañeros e instructores, uno de sus logros más significativos fue dominar la maniobra de autorrotación, un hito técnico que simboliza no solo su esfuerzo, sino también la satisfacción de superar barreras que parecían inalcanzables. Para Reyes, el trabajo en equipo fue un aprendizaje invaluable que le permitió entender la importancia de la comunicación y la confianza mutua en un entorno de alta exigencia.

El proceso de formación en helicópteros no solo transforma a los alumnos en expertos técnicos, sino que los moldea como líderes, cada vuelo, cada lección y cada desafío contribuyen a afinar sus habilidades para tomar decisiones bajo presión, controlar el estrés y actuar con precisión en situaciones críticas. La formación no es solo una acumulación de conocimientos técnicos, sino un camino hacia el desarrollo personal y profesional, donde el compromiso con el país y el servicio se convierte en el eje central.

Las aspiraciones de estos tres futuros oficiales, reflejan la profundidad del impacto que tiene este entrenamiento, el Alferéz Piza, por ejemplo, con su sueño de liderar misiones humanitarias desde un Black Hawk, representa el espíritu de servicio. Sáez, al enfocarse en la seguridad y el profesionalismo, destaca la importancia de la excelencia técnica y Reyes, con su deseo de ser un modelo a seguir, subraya la relevancia del liderazgo y la resiliencia.

Hoy, estos tres alféreces no solo celebran la culminación de su formación como pilotos de ala rotatoria, sino que también se preparan para recibir su primera estrella como oficiales de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, este momento marca el inicio de una carrera llena de retos y responsabilidades, pero también de oportunidades para contribuir al bienestar y la seguridad de su país.

Autor
Oficina Comunicación Pública CACOM 4

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