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“Halcones sin fronteras”

El 4 de Noviembre del 2020 el Huracán ETA tocó tierras Hondureñas, causando lluvias y tormentas catastróficas, desencadenando inundaciones imposibles de controlar que arrasaron a su paso múltiples comunidades donde se encontraban sembradas las esperanzas de vida para un sin número de personas.
Mientras tanto en Colombia realizábamos nuestras labores cotidianas, algunos volando para salvar vidas, otros trabajando desde sus oficinas y yo, aprovechando un corto tiempo con mi familia.

Aquel seis de noviembre en horas de la noche cuando conducía mi vehículo para volver al CACOM-5 la unidad desde donde tengo el privilegio de servirle a todo un país, recibí una llamada que me vinculó a una nueva misión, esta vez reafirmando nuestro lema: “Halcones sin Fronteras”.

Después de un proceso de alistamiento logístico y administrativo, diez militares designados para esta loable tarea, estuvimos listos y dispuestos para iniciar la misión con algo de incertidumbre…un “Ángel” de metal cruzaría más allá de las fronteras a las cuales estaba acostumbrado. Llenos de expectativas, preparados para el peor escenario, pero con la mejor actitud y disposición para llegar hasta donde fuera necesario con el fin de mantener con vida a las personas de estos países hermanos.

Como resultado de más de diez horas de vuelo, cinco escalas técnicas y una noche en Panamá, por primera vez un Helicóptero “Ángel” de su Fuerza Aérea Colombiana, izando la bandera tricolor que representa a más de cincuenta millones de colombianos, llegó a la capital de un país que pedía a gritos ayuda al mundo entero. Fuimos los primeros en decir presente y al aterrizar en la Base Aérea de San Pedro Sula, lugar donde se estaban coordinando las operaciones Aéreas, nos sumamos al instante a las misiones de evacuaciones aeromédicas y transporte de ayuda humanitaria.

Terrenos desconocidos, condiciones meteorológicas desfavorables, diferentes idiomas y un país en estado de emergencia, fueron las circunstancias a las cuales nos enfrentamos, con el propósito de servir de manera desinteresada a una población en peligro, con necesidades de todo tipo.

Una de las misiones que más me impactó fue una evacuación en la cual se debía trasladar a 40 personas de una aldea que estaba próxima a ser devastada por las fuertes corrientes de agua, el lugar de aterrizaje exigía mucha pericia y requería que toda la tripulación estuviera muy atenta. Aterrizamos de una manera muy organizada y tratando de mantener la calma, pero con los ojos llenos de tristeza, mujeres, niños y ancianos empezaron a abordar el helicóptero, a lo lejos percibí que los hombres jóvenes se despedían de sus familias, viendo en nuestro helicóptero la última esperanza de vida; despegamos y desde la cabina de los pilotos voltee a ver hacia atrás, donde estaban sentadas las personas evacuadas, observé el rostro de los niños que en medio de su inocencia se aferraban a cada parte de ese “Ángel” de metal que los llevaba a un lugar nuevo para ellos, alejándolos del peligro. Las mujeres y ancianos lloraron durante todo el vuelo y al llegar a la Base Aérea de San Pedro Sula me acerque a una de ellas y le dije que ya podía estar tranquila a lo cual ella me respondió: “Gracias, mil gracias pero allá se quedó mi esposo y mi hijo cuidando las cosas que nos quedaron y ya viene el otro Huracán, no sé si los vuelva a ver”.

Fueron catorce días en Honduras, realizando estas misiones que dejaron una gran huella de los Colombianos en los corazones de cada uno de los Hondureños, fuimos testigos de la situación de un país que fue golpeado por las fuerzas de la naturaleza y que aun sin poder recuperarse tuvieron que unirse como compatriotas para afrontar un nuevo golpe y esta vez más fuerte por el Huracán IOTA.

Por instrucciones del Comando de la Fuerza Aérea Colombiana, nos trasladamos desde el Norte de Honduras hasta la Capital de Guatemala, maximizando el poder aéreo que se encontraba destacado en Centro América con la finalidad de ayudar. Guatemala era un panorama totalmente diferente, geografía más compleja, meteorología adversa y aldeas sin probar un bocado de comida desde hacía varios días, este fue el escenario que nos encontramos al aterrizar en la Comandancia de la Fuerza Aérea Guatemalteca "General José Víctor Mejía", situada en el Aeropuerto Internacional La Aurora.
Esta situación se convirtió en un reto, poder materializar la ilusión que tenían los Guatemaltecos en nosotros, de esta manera gracias a los conocimientos, pericia, experticia y actitud de la tripulación del FAC 4108 fue posible llegar a cada una de las Aldeas de Nebaj en el Departamento de Quiche y poder entregarles los víveres que tanto anhelaban, además de realizar misiones de evacuaciones aeromédicas, continuando con nuestra labor de salvar vidas.

Esta fue una noble misión humanitaria que traspasó fronteras, permitiendo que un helicóptero UH-60L Black Hawk de nuestra gloriosa Fuerza Aérea Colombiana creara historia en Centro América, dejando como balance la evacuación de alrededor de 200 personas y el transporte de 85.980 libras de Ayuda Humanitaria.

Autor
Comunicaciones Estratégicas CACOM 5 - Subteniente Sebastián Erazo López

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