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Patrimonio, seguridad y responsabilidad social de su Fuerza Aérea en el suroccidente del país

Durante el periodo del expresidente de nuestro país, Marco Fidel Suárez se consolidó la necesidad de crear lo que sería la quinta arma del Ejército Nacional, este pensamiento que surgió luego de las experiencias que trajo consigo la Primera Guerra mundial, impulsó al mandatario de Colombia a presentar ante el congreso de la República la creación de la aviación militar, la Fuerza Aérea Colombiana, materializándose el 31 de diciembre de 1919 bajo la ley 126, teniendo como primera ubicación en el municipio Flandes, Tolima, la Escuela Militar de Aviación “Marco Fidel Suárez”, en honor a su dignatario.

Más tarde, en 1933 es trasladada a la capital del Valle del Cauca, por la asesoría del Mayor Herbert Boy, ilustre piloto militar, de origen alemán y destacado personaje para los primeros pasos de la aviación en Colombia, quien fue tenido en cuenta para la distribución estratégica de las guarniciones militares; la cual tendría como principal objetivo, formar a los futuros aviadores del país, pero ligado a esto, la gran labor de desarrollar importantes misiones al servicio de los habitantes de esta región del territorio, destacándose entre ellas, las labores humanitarias, llevando a cabo evacuaciones y traslados aeromédicos de personas en situaciones críticas de salud, rescate de personal en zonas de difícil acceso, operaciones de vigilancia y control, acciones de responsabilidad social y la más significativa, el desarrollo de fuertes ofensivas en todo el suroccidente del país contra estructuras criminales existentes.

Teniendo como nueva sede la Hacienda “El Guabito” establecida en un lugar para la época a las afueras de la ciudad, en el oriente de Cali, poco a poco fue originando desarrollo, debido a que en sus alrededores empezaba a verse habitado. Es allí donde la comunidad caleña y sus visitantes ven en la Institución un referente distintivo, además del apoyo para la seguridad y protección que brinda a la Sultana del Valle.

Con el pasar de los años, se hizo necesario dividir dos funciones de esta Base Aérea, una dedicada a la cuna de los líderes del poder aéreo, a cargo de una dirección que impulsaría la “universidad del aire” a obtener altos estándares de calidad, enfatizando su misión en la capacitación de jóvenes en el área militar, personal, académica y profesional, mientras el mando operacional para enfrentar el conflicto armado de manera contundente contra el enemigo y las actividades de interacción con la población civil en esta zona suroccidental, estaría bajo la creación de una nueva unidad, el Comando Aéreo de Combate No.7 (CACOM-7), la unidad más joven de la Fuerza Aérea; dos roles importantes, pero estructurados de manera táctica en una sola base, cumpliendo con los fines de la Institución Aérea.

La creación del CACOM-7 soportada por la resolución del Ministerio de Defensa Nacional 0084 del 15 de enero de 2013, inicia su ardua labor de ejercer soberanía en los departamentos del Valle del Cauca, Cauca y Nariño, articulando esfuerzos con las demás Fuerzas Militares, la Policía Nacional y otras entidades del Estado, en beneficio de sus habitantes, obteniendo como resultado importantes golpes contra Grupos Armados Organizados, contrarrestando acciones delictivas direccionadas al narcotráfico, el terrorismo, así como labores en la preservación del medio ambiente y programas que contribuyen al mejoramiento de calidad de vida de niños y niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores, función desempeñada con cada una de las capacidades aéreas y el mejor talento humano, poniendo a disposición toda la entrega y compromiso con los ciudadanos.

Luego de 86 años de permanencia en el corazón de la comunidad, la Base Aérea Marco Fidel Suárez, continua trabajando a través de sus dos unidades militares, EMAVI y CACOM7 para reaccionar y atender situaciones apremiantes en los 148 municipios de su área de responsabilidad, evidenciado en las operaciones realizadas entre el pasado año y en lo corrido del año en curso, un total de 305 misiones de evacuaciones y traslados aeromédicos, permitiendo salvar la vida de muchas personas, por otro lado, el apoyo en la preservación de la flora y la fauna donde el máximo alistamiento de sus aeronaves permitieron llevar a cabo 24 misiones de extinción de incendios en Cali y su área metropolitana.

El reconocimiento que hoy manifiesta la población civil hacia esta unidad aérea, se ve reflejado en los sinceros agradecimientos que cada uno de sus integrantes reciben, en especial por el trabajo de responsabilidad social, encaminadas a favorecer a cientos de familias vulnerables, que en coordinación y valioso apoyo de autoridades locales, sector público y privado, han logrado fortalecer ese vínculo que se ha forjado por muchos años, tras permanecer en un punto neurálgico de esta región.

Autor
Comunicaciones Estratégicas CACOM-7

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