Sara, y su sueño de volar en un “ángel de metal”
“Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías” Don Bosco.
Es así como la Fuerza Aérea Colombiana entró en la vida de una pequeña con tan solo 4 años de edad, a quien el fuego de una llama y el contacto del aceite caliente con su piel por poco acaba con su vida y la de su familia, pero sus infinitas ganas de salir adelante la ayudaron a superar todas las adversidades y dificultades.
A los tres años, esta pequeña, proveniente del municipio de Argentina, Huila; sufrió quemaduras de tercer grado en su cuello, brazo y pierna derecha, iniciando una lucha para que su madre pudiera inscribirla y participar en la jornada científica más importante de Colombia que cuenta con la presencia de expertos regionales, nacionales e internacionales.
Healing the Children (Sanando a los niños) es una jornada que trae cirujanos de Estados Unidos a Colombia hace 26 años, específicamente al departamento del Huila, quienes practican intervenciones quirúrgicas gratuitas a niños de escasos recursos de todo el sur del país afectados por quemaduras, pie chapín, labio leporino y paladar hendido.
La Fuerza Aérea Colombiana, ha venido apoyando esta noble causa por más de 10 años, con transporte aéreo, recreación y acompañamiento a los cientos de niños que presentan este tipo de afecciones de nacimiento.
Pero esta vez no fue la Fuerza Aérea quien encontró el caso, fue Sara la pequeña de 4 años, quien emocionada veía a lo lejos a un joven vestido de piloto que regalaba globos azules a otros niños; tímida pero sonriente, se acercó a él halo su mano para preguntarle de dónde venían.
En cuanto el joven se identificó como miembro de la Fuerza Aérea Colombiana, recibió de inmediato un abrazo de la pequeña y ella con su voz entrecortada le expreso lo feliz que estaba de conocerlo e inquieta le preguntaba insistente si el piloteaba los aviones y helicópteros, manifestando que uno de sus sueños era poder subirse en uno y saber que se sentía volar.
Tan inteligente es Sara que aun siendo apenas una niña ya era consciente de los riesgos que había al subir en un helicóptero y preguntaba si su condición física podía ser un impedimento para cumplir su deseo.
Las gestiones no se hicieron esperar, se pidieron todas las autorizaciones correspondientes y un helicóptero HUEY II del Comando Aéreo de Combate No 4, CACOM 4, desplegó sus alas desde Melgar, Tolima hasta la ciudad de Neiva, para cumplir la misión de no sólo hacer feliz a una niña sino también de ganarse su corazón y más profunda admiración.
El personal de la Fuerza Aérea Colombiana del Departamento de Acción integral del CACOM 4, se enteró además, que a la niña ya se le habían practicado las intervenciones quirúrgicas y le habían dado de alta con un estado de salud satisfactorio, pero que su madre Jazmín Murillo, no tenía dinero para regresar a su casa, convirtiéndose en una de sus mayores preocupaciones.
La noticia del vuelo para cumplir el sueño de Sara, les llegó literalmente como caída del cielo, tan feliz se puso la niña, que no pudo evitar las ganas de llorar, su madre trataba de contenerse pero no podía de ver a su hija, y a quienes con amor la tomaban de la mano para decirle lo importante que es luchar por los sueños, y recordarle que los ángeles sí existen, y que uno de ellos; un “ángel de metal” se encargaría de subirla a lo más alto del cielo azul, para que el viento la abrazara y la llenara de más ilusiones y alegrías en su corazón.
La alegría de ver a Sara era notable en toda la tripulación, que detalle a detalle verificaban que ella y su madre fueran cómodas, seguras y garantizando la mejor vista hacia el cielo, una imagen que nunca borrarán de su mente y unos amigos de la Fuerza Aérea que Sara nunca sacará de su corazón y que con el paso de los años recordará profundamente.
Después de una hora de vuelo, Sara pudo llegar hasta su casa donde se reencontró después de tres días con su hermana mayor Victoria, quien la esperaba con emoción, viendo como su hermanita pudo cumplir el anhelado sueño de poder volar en un helicóptero de la Fuerza Aérea Colombiana.
Nuestra responsabilidad es llegar a cada uno de los rincones apartados de Colombia, logrando cautivar corazones; comprometidos día a día con los que nos necesitan, brindado una mano amiga que apoye necesidades, sueños y esperanzas; contribuyendo de esta forma al desarrollo de una gran nación que necesita jóvenes llenos de sentimiento y amor hacia su país para hacerlo cada día mejor.
Sin duda alguna, la Fuerza Aérea Colombiana está hecha para cosas buenas y más si se trata de los niños, base fundamental de toda familia a quienes se debe amar y proteger por encima de todas las cosas.