Un soldado Wayúu, es el orgullo de su comunidad
La oficina de incorporaciones del Comando Aéreo de Combate No. 3 año tras año ha viajado hasta la capital de la Guajira transportando ayudas a las comunidades que allí se encuentran asentadas y también invitando a los jóvenes mayores de 18 años para que presten su servicio militar en la Fuerza Aérea Colombiana. Es por esto que muchos jóvenes de la etnia Wayúu han mostrado su interés por pertenecer a una de las instituciones más queridas del país, convirtiéndose en soldados del Grupo de Seguridad y Defensa de Bases No. 35.
Esa es la historia del Soldado Wayúu Miguel Emilio Gómez Uriana un joven de 22 años que nació en Riohacha, orgulloso de llevar en su vida el legado indígena de su familia junto a sus nueve hermanos, con quienes creció rodeado del enorme desierto que baña el departamento de la Guajira. Miguel Emilio escuchó por primera vez sobre la Fuerza Aérea Colombiana en la radio, una tarde mientras ayudaba a su mamá a realizar las tareas de la ranchería, escuchó un anuncio en el que los invitaban a presentarse en un Colegio de Riohacha, pero entre el estar realizando una tarea adicional no le permitió oír en cuál. Desde ese momento la idea de presentarse le dio vueltas en la cabeza, pensando en que hacer parte de la Fuerza Aérea Colombiana sería algo nuevo en su comunidad.
Otro día caminando por el Malecón de Riohacha se encontró con un soldado de la Fuerza Aérea Colombiana quien le entregó un volante, “el me dio ese papelito y me dijo que si estaba interesado podía ir al día siguiente al Colegio Almirante Padilla, entonces le pregunté ¿cómo le había ido a él? y me dijo que muy bien, que era una oportunidad para aprender muchas cosas buenas”. Esa respuesta tal vez fue una de las cosas que más lo motivó, la oportunidad de aprender algo nuevo pero en especial de poder mejorar su español, ya que su familia y sus maestros le habían enseñado a la perfección el wayuunaiki pero muy poco castellano, un idioma que en su parecer es muy importante si quiere trabajar por fuera de su comunidad.
Al llegar el día en el que se debía presentar en las instalaciones del Comando Aéreo de Combate No.3, recibió la bendición de su madre Mayerly Uriana Uriana, quien le auguró que esta experiencia cambiaría su vida y sería muy importante para su futuro, esto le generó algo de temor porque no sabía exactamente la labor que iba a realizar, ni conocía mucho sobre la vida militar. “En ese momento sentí dolor de estómago porque nunca había vivido lejos de mi familia, ni sabía realizar tareas diferentes a las que hacía en mi comunidad”. Ese vacío lo motivó a asumir una actitud positiva frente a la instrucción militar, una etapa que él recuerda con agrado porque sus compañeros de contingente se convirtieron en sus hermanos, ya que fueron ellos quienes lo ayudaron tratando de explicarle en español lo que significaba ‘la americana’, que es una técnica para lustrar las botas. En especial contó con la suerte de tener otros dos compañeros Wayúu que en muchas ocasiones tuvieron que traducir a su idioma natal las instrucciones que recibía porque había un sinfín de palabras que desconocía.
El idioma poco a poco se fue volviendo más comprensible pero también tenía el reto de empezar a hablarlo para poder comunicarse con sus comandantes si tenía cualquier solicitud. Este desafío fue aún más grande ya que él lograba comprender y ejecutar las instrucciones que se le daban con la ayuda de sus compañeros, pero hablarlo significó según Gómez Uriana la dificultad más grande que tuvo al comenzar su servicio porque su respuesta a todo lo que le preguntaban era “como ordene”. El no poder comprender al 100% español ha sido un proceso largo que durante más de un año ha ido mejorando con el paso de los días, la práctica y su relacionamiento con soldados de Atlántico, Magdalena, Cesar y Córdoba.
Se aproxima la culminación de su servicio militar y el Soldado Gómez no quisiera dejar la Institución, porque piensa que ha sido muy buena con él, ya que le ha permitido disfrutar fechas especiales como la navidad con sus compañeros, ha podido ayudar otras rancherías Wayúu acompañando actividades en apoyo a la comunidad, lo cual le ha hecho sentir lo importantes que es su etnia para las Fuerzas Militares de Colombia. Así mismo por primera vez en su vida voló a bordo de un helicóptero, una experiencia que describió como “inolvidable” con una sonrisa en su rostro que acompañó de una descripción en la que dijo: “volar, es como ver la tierra desde otro lugar, se ve todo muy pequeño y bonito, uno siente que desde el cielo puede cuidarlos a todos”.
El Soldado Miguel Uriana espera poder incorporarse al Ejército Nacional como Soldado Profesional, porque piensa que será una gran oportunidad para poder portar el uniforme sirviéndole a su comunidad. Su familia, así como otros habitantes de su ranchería se sienten muy orgullosos porque él es el primero de ellos en pertenecer a la Fuerza Aérea Colombiana, una oportunidad que espera heredar a su hermano Jader Gómez Uriana, quien próximamente iniciará su proceso de incorporación para poder servir a su país en el Comando Aéreo de Combate No. 3, dando lo mejor de sí a todas las comunidades del Caribe colombiano.