Un recorrido por el Mantenimiento Mayor del avión AC-47T Fantasma
En el paso de la historia del Comando Aéreo de Mantenimiento de su Fuerza Aérea Colombiana, hemos visto la evolución de la aeronave AC-47T, la cual conocemos como avión de combate “Fantasma”, que de la mano del personal calificado en el área de mantenimiento pasó de ser un avión Douglas de motores recíprocos a una aeronave turbo hélice; que desde sus principios, que datan de los años 40 hasta hoy, opera en la Institución.
Este proceso se ha perfeccionado cada día, con el acompañamiento de los departamentos de ingeniería y planeación, como pilares fundamentales durante estos años para facilitar el trabajo de mantenimiento.
Es así, como quise conocer las capacidades de quienes transforman esta aeronave de transformar esta aeronave para el beneficio de nuestra Fuerza, evidenciando que el recorrido por el mantenimiento mayor comienza con un aviso programado del término de las 2000 horas de vuelo, donde se prenden las alarmas e inicia la reunión para conformar el grupo de trabajo: planeación e ingeniería actualizan las tareas, boletines y demás documentos técnicos. Así mismo, el tren logístico prende motores para preparar el camino en el tema de adquisición de insumos y repuestos.
Por otro lado, el grupo de inspectores recibe la aeronave de manos de la tripulación para comenzar las pruebas y determinar el concepto y la situación técnica de la misma.
Pasan de mano en mano documentos e inventarios, todo debe estar completo. A su vez inicia la remoción de elementos de las diferentes especialidades, los cuales se tratan con mucha delicadeza, en ellos se verifica su condición y se almacena en las zonas especiales. El desarme estructural es algo más complejo: el fuselaje es separado de sus planos, sus motores y empenaje. Los técnicos con linterna en mano se acercan; esto indica el comienzo de la fase de inspección; esta es la labor más delicada, donde centímetro a centímetro se recorre la “piel” y estructura en búsqueda de discrepancias. Pero siempre hay algo que no vemos a simple vista y es cuando actúa el laboratorio de inspecciones no destructivas, en el que todo el mundo se retira para que pueda tomar radiografías y análisis especiales, y de esta manera inspeccionar absolutamente todo.
Ya cubierto gran parte del cronograma y conociendo las discrepancias, inicia el proceso de mantenimiento y reparación, que cuenta con muchas horas de trabajo cubriendo todas las especialidades donde todos participan; tapicería y talleres de apoyo, reparaciones estructurales, cambios de elementos por tiempos de vida útil, cumplimiento de boletines para que el avión cada día vaya tomando forma, inspectores en un mundo de tareas por supervisar, pues saben que el control calidad es importante. No puede faltar nada, se da luz verde para el arme del avión. Es ahí cuando llegan los pintores y el hangar se transforma en una gran cabina de pintura, todo debe estar limpio y hermético, el avión ahora es el óleo de estos artistas.
Al final de la tarea parece salido de fábrica, la aeronave está armada y huele a nuevo, queda en mano de los inspectores que realizan las pruebas funcionales y operacionales; se inicia el avión y después se corrigen pequeños detalles que salieron a última hora.
Finalmente, el avión está en la cabecera de la pista donde rugen sus motores, y llega la hora del despegue, para el vuelo de prueba y con el avión pasando frente a nosotros, observo en el rostro, de cada técnico que intervino en este proceso, una gran sonrisa diciendo: ahí va, un sello de garantía, producto CAMAN.