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29 años del vuelo a la eternidad de los héroes de la “Operación Colombia”

La Fuerza Aérea Colombiana y el país conmemoran el fallecimiento de los integrantes de la tripulación del helicóptero Bell 212 FAC 4216 que el 9 de diciembre de 1990 participaron en la “Operación Colombia”, conducida por las Fuerzas Militares de Colombia en contra de las FARC en La Uribe, Meta, bajo el mando del entonces Presidente de la República, César Gaviria Trujillo.

Esta operación tuvo como objetivo penetrar un cañón que sitiaba varias zonas denominadas por este grupo armado como “La Guacha”, “El Rincón de los Viejitos”, la “Escuela de Cuadros” y “Casa Verde”; este último, debido a las instalaciones distintivas con techo verde de zinc, en donde realizaban visitas de políticos y miembros de la sociedad civil, durante los diálogos de La Uribe en 1984.


En estos sitios, las FARC construyeron una completa red de campamentos en los cuales se encontraba el Estado Mayor del Bloque Oriental (EMBO), el bloque de las FARC con mayor poderío militar y la presencia habitual del principal cabecilla de esta guerrilla: “Manuel Marulanda Vélez”, alias Tirofijo. Estas zonas servían para la planificación de actos ilegales por parte de la guerrilla, con centros de entrenamientos para sus hombres y el lugar que albergaba a algunos de sus principales cabecillas.

La Fuerza Aérea Colombiana participó con tripulaciones de aeronaves de combate Kfir, A-37 y AC-47 y helicópteros UH-60, UH1-H, Bell 212 y Hughes 500; que eran las encargadas de cubrir varias partes de la operación, entre estas el desembarco de más de 500 hombres, orgánicos del Batallón de Fuerzas Especiales No.1 “Ambrosio Almeida” y No.2 “Francisco Almeida”.

Ese 9 de diciembre, las FARC hicieron blanco en un Bell 212 artillado, en el que fueron asesinados sus cuatro tripulantes: el piloto Teniente Julio César Sanabria, el copiloto Subteniente John Mario Alarcón Gómez, el Técnico Tercero Jaime Eduardo Ríos Vanegas y el Técnico Cuarto Reinel Gómez Antolínez, miembros de la Institución que en cumplimiento de su deber constitucional, ofrendaron su vida en desarrollo de operaciones militares para el mantenimiento del orden público y quienes después de 29 años sus familias, amigos, compañeros, superiores y subalternos los recuerdan de forma intacta.

Los testigos

Fue un día despejado y totalmente azul, relata el Mayor General Jorge Tadeo Borbón, quien era piloto de uno de los helicópteros que participó en la operación y escuchó al Teniente Sanabria, piloto del segundo helicóptero, decir por la frecuencia “Me dieron y voy de vuelta”.
“La aeronave apenas en su entrada era impactada por el fuego nutrido de los guerrilleros. En este intercambio radial, el Teniente Sanabria explicó, a pesar de que todo en cabina aparentaba estar normal, algo fallaba en la aeronave, vibraba y se incrementaba con el paso de los segundos. Era una emergencia insalvable, había sido impactada en la cola, rompiendo el eje impulsor, con todo el peso del armamento y el combustible, la aeronave se precipitó a tierra.

Fue un día de mucha incertidumbre de lo que encontraríamos por parte de las FARC, la geografía de esa zona ofrecía todos los retos posibles: estrechos caños y nubes perpetuas. Al principio parecía tranquilo, pero todo cambió cuando entramos al cañón, empezó el fuego en contra, las FARC se plantaron en la defensa de la ´Casa Verde´ en la parte alta del cañón, por el cual necesariamente tenían que ingresar las aeronaves, nichos de ametralladoras cortaban el paso de las aeronaves. Yo tuve el momento difícil de ver estrellarse el helicóptero contra el terreno, venía detrás de él, por la frecuencia pude oír el grito. Fue muy difícil, tratamos de hacer algo, yo aterricé al lado del helicóptero, tratamos de sacar los cuerpos”, manifestó el Mayor General Jorge Tadeo Borbón quien se desempeña hoy como Segundo Comandante de la Fuerza Aérea Colombiana y que, en ese entonces, ostentaba el grado de Teniente.

Las víctimas

Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada Mary Luz, Isbelia y Ana recuerdan a su hermano, el Técnico Cuarto Reinel Gómez Antolínez, como una persona incondicional, responsable, dedicado a su carrera y el orgullo de su familia. Para las tres, el 9 de diciembre de 1990, se convirtió en una fecha en la que la vida les arrebató las ilusiones, pero no solo eso sino también a su padre quién murió 4 años después de la partida de su hijo, por el inmenso dolor que ocasionó esta pérdida.

“Ese día se celebraban las fiestas del pueblo, El Espino, Boyacá y llamaron al puesto de la Policía, un agente de apellido Blanco bajó a la casa y abrazó a mi papá, ese señor nunca iba a nuestra casa, y mis hermanos y yo veíamos que lo abrazaba muchas veces, nosotros nos preguntábamos porqué estaba haciendo eso, él le preguntó a mi papá que si tenía un radio, mi papá lo encendió y escuchamos la noticia, pero también en ese momento nombraron a Reinel, estaba muerto, mi papá se puso muy mal. Todo el mundo en el pueblo terminó la fiesta y llegaron algunas personas a acompañarnos, luego llegó mi hermana mayor con el cuerpo de él, mi papá pidió que lo velaran en nuestra casa, fue un momento muy doloroso que jamás se ha borrado de nuestra mente” relató Ana, hermana del Técnico Cuarto.

Aún en medio del dolor, las hermanas Gómez, mantienen intacta su admiración y respeto por la Fuerza Aérea Colombiana y recuerdan el amor de su hermano hacia la Institución; así como el repudio hacia las FARC que le arrebató la vida al pilar de su familia. “No se alcanzan a imaginar el daño que hacen, detrás de cada militar hay una familia” expresó Isbelia Gómez.

Por otro lado, Dioselina y Rosendo, padres del Técnico Tercero Jaime Eduardo Ríos Vanegas, recuerdan con entrañable dolor a su hijo “Jaimito”, todo lo que le gustaba hacer y su pasión desde pequeño por los aviones. “Empezó a decir que quería irse a la Fuerza Aérea y que iba a manejar un avión, él salió del colegio y presentó los exámenes sin decirme, cuando ya había aprobado me dijo si lo podía ayudar a pagar. Si Jaimito estuviera vivo me levantaría a abrazarlo, extraño todo de mi hijo, todos aquí lo querían, era buen compañero, amigo y vecino” relataron los padres de Ríos en su vivienda de Funza, Cundinamarca.

La “Operación Colombia” fue una de las primeras experiencias conjuntas y coordinadas que se desarrollaron al interior de las Fuerzas Militares y dio un giro definitivo al curso del conflicto armado interno, con esta operación y la enorme dificultad que tuvo en su planeación y ejecución, empezó el fortalecimiento de la presencia militar y estatal en esta región del país, obligándola a sentarse a negociar con el gobierno nacional.

Hoy reconocemos a las familias y recordamos a las víctimas que sacrificaron sus vidas en esta operación histórica en la que el Estado, asestó un golpe estratégico al secretariado de las FARC, demostrando que no había un solo espacio de la geografía nacional, en el que estos pudieran resguardarse del poder estas instituciones.

Autor
Departamento Estratégico de Comunicaciones

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