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Capitán Antonio Ricaurte

Antonio Clemente José María Bernabé Ricaurte Lozano, nació el 10 de junio de 1786, en La Villa de Leyva, Boyacá, residencia ocasional de descanso de la familia. Hijo de Esteban Ricaurte Mauris y de María Clemencia Lozano Manrique, nieto de Jorge Lozano de Peralta, Marqués de San Jorge, quien había colaborado con los Comuneros en la insurrección de 1781, y sobrino del Presidente Jorge Tadeo Lozano.

Desde muy niño quedó huérfano de madre y a los doce de padre. Junto con sus hermanos Ignacio y Manuel, época en la que asumió su tutoría don Juan Nepomuceno Lago, quien los trasladó a Santa Fe para que realizaran sus estudios, Ignacio en el Rosario y Antonio y Manuel en San Bartolomé, donde permanecieron de 1799 a 1804A los dieciocho años, abandonó sus estudios y contrajo matrimonio con doña Juana Martínez Camacho, sobrina del prócer Joaquín Camacho, de Tunja, quien ayudó a Antonio a entrar a la burocracia Colonial, con el cargo de Escribano de Cámara y Secretario del Tribunal de Cuentas del Virreinato.

Participó en los hechos revolucionarios del 20 de julio de 1810, en Santa Fe, como criollo rebelde contra el Régimen Colonial. Por su actuación decidida sus compañeros lo llamaban “El Chispero”. Los jefes revolucionarios le encomendaron la vigilancia del Virrey Antonio Amar y Borbón en el Tribunal de Cuentas. .

Cuando se organizaron las milicias patriotas, Ricaurte fue incorporado al batallón de Infantería de Guardias Nacionales, con el grado de Teniente. En los primeros años de la naciente República de la Nueva Granada, se presentó la división partidista entre Centralistas y Federalistas, Ricaurte apoyó a los Centralistas y al Precursor Antonio Nariño, participando así en la Primera Guerra Civil Granadina; intervino en los combates del Alto de la Virgen en Ventaquemada, en donde sus tropas fueron derrotadas el 2 de diciembre de 1812, posteriormente en los de San Victorino, en Santa Fe, el 9 de enero de 1813, logrando el triunfo para los Centralistas.

En este mismo año, se enlistó en el Ejército Neogranadino, organizado por el entonces Brigadier Simón Bolívar, para luchar por la libertad de Venezuela. En la expedición denominada Campaña Admirable, inicialmente compuesta por 300 hombres, quienes a medida que avanzaban se les unían más seguidores, hasta entrar triunfalmente en Caracas. Este primer Ejército Libertador, de neogranadinos y venezolanos, se destacó en los combates que libraron en La Grita, Carache, Niquitao y Taguanes.

A partir de febrero de 1814, se produjo una serie de encuentros entre patriotas y realistas, en un área comprendida entre el Lago de Valencia y San Mateo, en lo que se conoce como los Valles de Aragua. En la casa alta de la hacienda San Mateo, la mayor hacienda patrimonial de la familia Bolívar, se almacenó el polvorín y los pertrechos de los patriotas, cuya custodia fue encomendada al Capitán Antonio Ricaurte y a un grupo de 50 soldados. El 25 de marzo de 1814, durante el ataque realista, Francisco Tomás Morales se apoderó del Ingenio, y una de las columnas de su tropa bajando por la fila de Los Cúcharos se tomó la casa alta. El cuarto donde se encontraba la bodega de los patriotas no fue tomado por esta columna, porque lo impidió el Capitán Antonio Ricaurte, quien al ver que las tropas realistas estaban dispuestas a capturar el depósito, prendió fuego a una antorcha y con esta detonó el polvorín, inmolándose y dando muerte a aquellos que se encontraban dentro del recinto. Bolívar aprovechó el desconcierto que produjo entre los atacantes la explosión y lanzó un contraataque que le permitió ganar la batalla.

Como gratitud al heroísmo del joven revolucionario se levantó un monumento en la colina de San Mateo. Jamás cruzan tropas por aquel sitio sin que se presenten armas en homenaje al heroísmo y a las glorias del Capitán Antonio Ricaurte. La estrofa 11 de nuestro Himno Nacional inmortaliza su heroica acción.

Ciento trece años después del sacrificio del héroe, el 18 de septiembre de 1928, la Fuerza Aérea Colombiana eligió a Antonio Ricaurte como su patrono, ya que sus excelsas virtudes confirman el heroísmo y valor que debe prevalecer en los hombres y mujeres que integran la Institución Aérea.

Autor
Subteniente Jorge Armando Landinez Mayorga – Historiador

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