Una Fuerza Aérea abierta e inclusiva
“Vi la publicación por Facebook, y quería experimentar que tal se siente estar en la Fuerza Aérea y ha sido una de mis mejores experiencias”.
El joven Kevin Andrés Machado Palacios viajó desde Tadó, Chocó hasta Pereira Risaralda, para realizar el proceso de incorporación a la Fuerza Aérea Colombiana, pese a que su tío hace parte del Ejército Nacional, Kevin decidió vivir la experiencia de prestar su servicio militar en la Institución área.
Es el segundo de seis hermanos, y decidió emprender el camino y aportar a la patria como soldado regular, ingresó desde inicios del año 2022, con la ilusión de tener mucha interacción con los aviones y helicópteros que caracterizan a la Fuerza Aérea, y hoy, quiere hacer carrera como suboficial.
“Cuando ingresé, luego del proceso de incorporación llegué a palanquero, CACOM 1, a recibir mi formación inicial, me dio mucha alegría cuando me destinaron para Rionegro y más aun cuando me escogieron para darme uno de los mejores cursos que tiene la FAC, como Técnico Laboral Manejador Canino, en la Escuela de Instrucción Canino Militar, para tener una buena relación con los caninos que me han gustado siempre, quería aprender más”.
El soldado Machado, es oriundo del departamento del Chocó, hace parte del gran número de personas pertenecientes a los grupos étnicos que tiene el país, como son raizales, indígenas y afrocolombianos, que hacen parte de las filas de la gloriosa Fuerza Aérea Colombiana.
“Mi familia fue desplazada por la violencia en la vereda Mumbú, en Tadó, Chocó, debido a algunos enfrentamientos entre grupos armados organizados, murieron muchos de mis familiares, yo tenía cinco años; solo recuerdo que corríamos y que luego llegamos a vivir a Pereira, hoy en día, muchos familiares volvieron a Chocó”, expresó el joven soldado.
Algunos años después, regresaron a su pueblo natal, allí Kevin continuó sus estudios, aunque no logró terminar su bachillerato, adquirió conocimientos para la vida y sintiendo el llamado y vocación de servicio, ingresó a las filas de la Fuerza Aérea.
“Yo quería hacer algo diferente, salir de mi pueblo, conocer personas y saber que se siente pertenecer a las Fuerzas Militares, me gusta mucho lo que hago todos los días, compartir con los caninos; cada vez conozco más de ellos y puedo aportar más a la seguridad con mi trabajo.
El canino brinda un gran porcentaje de la seguridad en la base aérea ya que son los destinados a realizar las revisiones de vehículos y personas, es importante tener una buena conexión con el canino y mantener su entrenamiento para garantizar que la labor se realice de la mejor manera, del vínculo que se genere entre el dúo canino, depende el trabajo de los perros”.
Maya, Sasha, Ojany, Centinel, Chrono, Baco, Indiana, son algunos de los semovientes que interactúan a diarios con los soldados y que están a su cargo, con los que comparten básicamente toda la jornada laboral, desde temprano deben asearlos, alimentarlos, luego cumplir con sus turnos de servicio y lúdica para que se mantengan alerta. Están entrenados para detección de explosivos, alerta temprana, defensa y antinarcóticos.
“Siento una gran responsabilidad al portar el uniforme, he aprendido muchos valores en el tiempo de mi servicio militar y me siento muy orgulloso, he cambiado mucho, he aprendido a acatar las órdenes de mis superiores y eso me hace sentir muy orgulloso de mi mismo.”