El heroísmo de una tripulación del CACOM 4 salva una vida.
Crónica de una misión que permitió salvar una vida, relatada por el Técnico Subjefe Gonzáles, tripulante de helicópteros medianos de su Fuerza Aérea Colombiana, quien contó una de las experiencias más significativas de su vida.
“Recuerdo que me encontraba como tripulante en un Batallón del Ejército, en el departamento del Huila. En la madrugada sonó mi celular, era el copiloto de la tripulación de otra aeronave, quien informaba una alerta de reacción.
…Y así inicia una de las operaciones más difíciles que puede hacer una tripulación de helicópteros, la recuperación de personal por medio de la grúa de rescate.
La adrenalina comienza a inundar los sentidos y las manecillas del reloj se ven más rápido de lo normal; es poco el tiempo para alistarnos, salir corriendo con nuestras maletas en la espalda y las linternas encendidas hacia el helicóptero. Los técnicos preparábamos la aeronave, se ejecutan pruebas finales de la grúa de rescate, mientras el piloto y copiloto llegaron con la información precisa de la misión: salvar una vida.”
Cerca al municipio de Ataco, donde horas atrás había iniciado un ataque a la Fuerza Pública, un hombre herido requería ayuda inmediata, las tropas del Ejército pedían una evacuación aeromédica. Después de media hora de vuelo la tripulación llegó al punto. El piloto da la voz de mando: –puertas, puertas, puertas–, se procede en este momento a iniciar la maniobra con la apertura de la puerta lateral derecha, ejecutando la orden emitida por el comandante de la aeronave y casi seguido ordena –suyas las voces–, aquí es donde el profesionalismo de este tripulante sale a relucir para generar liderazgo, seguridad y confianza a la tripulación.
En este instante el Técnico Jefe Gonzáles, mira hacia bajo y se da cuenta de la espesa selva, “solo veo tres luces tipo Strober, haciendo un triángulo para la ubicación de la aeronave” manifiesta el Suboficial.
“Con el pararrescatista asegurado a la grúa, iniciamos la salida con el Rescatista de Personal (RP), valiente en la puerta del helicóptero, le doy una palmada en el casco para desearle éxito y con un gesto le transmito el mensaje salva una vida más; comenzamos el descenso, el tripulante está informando todo lo que sucede, pero también está alerta al piloto para ejecutar pequeñas correcciones, veo la señal del RP indicando que está cerca al terreno.
Después de 57 pies, siento que el helicóptero respira y gana sustentación; nuestro rescatista ha puesto sus botas en el área donde no existía la esperanza, iniciando desde ese instante una carrera en pro de la vida. Me da indicación de camilla como si estuviera meciendo un bebé, subo el gancho y la tripulación está alerta, el piloto escucha mi voz firme, su toque de control sobre el helicóptero es perfecto, un espacio que no permite errores; aseguro y desciendo la camilla, le doy la distancia de cable extendido, mostrando 90 pies en el control de la grúa.
Hemos ascendido, el piloto ubica la aeronave con las correcciones que le informo, se empieza a sentir la presión de la maniobra, el RP asegura el paciente, me da luz verde para iniciar el rescate, con una voz de alerta hacia el piloto empezamos el ascenso; siento la voz del piloto retroalimentando la información emitida por mí, tengo al herido en la camilla, maniobramos la camilla con el tripulante derecho y logramos ponerla dentro del helicóptero con la satisfacción de que el Soldado se encuentra estable; descargamos suave nuestro rescatado en el piso del helicóptero mientras la instrucción la da el Técnico de Vuelo para no dejar al piloto solo sin información porque la tarea no ha terminado.
Ahora debe subir nuestro RP, un verdadero hombre del aire, el pararrescatista se asegura y da la señal de ascenso, se desprende de la tierra para abordar nuestra máquina pero con la convicción de volver al área para seguir salvando vidas, nuestro Comando aborda la aeronave, aviso al piloto –RP a bordo–, mientras cerramos puertas el piloto inicia la salida, tenemos la seguridad de una aeronave artillada “Rapaz” escoltando que escolta la maniobra de principio a fin.
El Soldado herido va con los mejores cuidados, sin muchas herramientas médicas pero con todo el profesionalismo de nuestro enfermero de combate quien hace lo posible por mantenerlo despierto, consiente y alerta.
Después de media hora, aterrizamos en la cancha de fútbol, carreteamos la aeronave donde estaba la ambulancia y los profesionales de la salud para atender a nuestro Cabo Primero rescatado. De inmediato fue entregado con signos vitales estables al personal que llega a las puertas del helicóptero, recuperado en el área de combate por dos tripulaciones de la Fuerza Aérea Colombiana, llevando esta gran operación a feliz término.” Concluyó el Suboficial.
Así, hay cientos de operaciones de recuperación de personal con diferentes técnicas de rescate realizadas en los helicópteros Huey II, UH-60 Ángel y Bell-212, tripulaciones de todas la Unidades Aéreas de la Institución con capacidades especiales, siempre alertas trabajando en los hangares, grupos de combate y Grupos de Seguridad y Defensa de Bases para ayudar a quien lo necesita.
Por más de 26 años, personal capacitado en grúa de rescate ha salvado vidas que día a día caen en la trampa de los actos terroristas perpetrados por los grupos al margen de la ley y ¿por qué no ayudar al enemigo? que al ser herido pierde su condición de combatiente y en este caso su Fuerza Aérea protege los Derechos Humanos, DDHH, y respeta el Derecho Internacional Humanitario, DIH, sin dejar atrás a nuestros colombianos civiles que han estado inmersos en el conflicto armado y en desastres naturales donde también encuentran una luz de esperanza.
El personal del Taller de Equipos Especiales del Comando Aéreo de Combate No. 4, resalta la labor de aquellos hombres y mujeres que arriesgan su vida para salvar la de otros recordando que lo más cercano a crear una vida es salvarla.
Fuerza Aérea Colombiana, Volamos, Entrenamos y Combatimos para Vencer.