Esta es la primer mujer piloto de Black Hawk en Colombia
Su rostro aún revela que es una jovencita. Sonríe, entre saludos militares, con voz fuerte y entonada. No esquiva las miradas de respeto, de admiración. Hoy, María Alejandra Charry Guilombo, la primera mujer piloto de un helicóptero Black Hawk en Colombia, es centro de atención en la base aérea de Rionegro.
La celebración fue por lo alto. El viernes pasado, con su primer vuelo al mando de una de las aeronaves de combate más importantes en el mundo, el Halcón Negro, la UH – 60, se materializó el sueño que inició hace 12 años, cuando ingresó a la Escuela Militar de Aviación de Cali.
Para entonces tenía 16 años, y su mayor sacrificio fue dejar en su natal Neiva a sus padres y a sus dos hermanos. Nunca dejaron de apoyarla —recuerda— con orgullo.
Tampoco niega que ser mujer le representó mayor esfuerzo, pero le resta importancia. Por la mayoría de cursos e intensos entrenamientos que pasó, tuvo que compartir solo con hombres.
Pocas personas han logrado tanto a los 28 años. La capitana Charry lo hizo: se graduó como subteniente en diciembre de 2007, y empezó su fase de vuelo en el pequeño T 41. Luego, tras una intensa preparación, voló un Bell 206 Ranger y casi un año después fue copiloto de un Bell 212.
Como piloto de un Huey voló dos años en la base de Tres Esquinas, Caquetá, quizá la más agitada y convulsionada por el orden público del país. Esa fue la cuota inicial para solicitar la oportunidad de volar el UH – 60.
Destreza y valentía
Comandar un Halcón Negro representa estar en las operaciones más complejas y arriesgadas en cualquier territorio. Aparte del conocimiento y la experiencia que se debe tener de la aeronave, el carácter y criterio son fundamentales para tomar decisiones.
Esas habilidades las perfeccionó en Alabama (Estados Unidos), a donde fue enviada para realizar el curso de pilotaje del Black Hawk. A su regreso, tres meses después, hizo misiones de operaciones especiales, como grúa rescate, bambi buque y voló horas de supervisión.
“Volamos helicópteros que son de combate. Estamos en el área realizando misiones. Como comandante están bajo mi responsabilidad tres vidas más, el helicóptero, y otras personas “, explica.
María Alejandra, la capitana, da pasos firmes. Recorre la que ha sido su casa durante los 12 meses recientes, el comando Aéreo Cacom Nº 5 de Rionegro. Se dirige hacia el que será su compañero inseparable durante los próximos años: El Ángel, como también se le conoce al UH-60.
Con soltura y confianza sube a la aeronave. El casco le encaja a la perfección. Viste en su cuerpo de 1 metro con 67 centímetros el uniforme que ya tiene la insignia del Ránger, el selecto grupo de pilotos del Black Hawk que por décadas han ostentado cientos de hombres.
“Tengo una nueva aeronave en la cual debo adquirir experiencia, conocimiento”, apunta, al tiempo que confiesa que lo principal a la hora de volar el Ángel es “tener serenidad y seguridad, porque más que comandar, lidero un grupo de personas y si me atemorizo la tripulación lo va a sentir y la misión es compleja”.
Guerrero y humanitario
La flota de Halcones Negros de Colombia es considerada la tercera más grande del mundo. El Ejército y la Policía también cuentan con estas aeronaves. La capitana María Alejandra, es uno de los 99 pilotos que tiene la Fuerza Aérea especializados en comandarlos.
Desde la década de los 80, estas aeronaves operan en el país y han sido fundamentales en ofensivas contra grupos guerrilleros, operaciones contra el narcotráfico, extinción de incendios, rescate y apoyo de tropas y programas humanitarios.
Es considerada un arma letal en los campos de batalla. Dada su versatilidad y capacidad en artillería, también son utilizados por fuerzas armadas de Estados Unidos, Corea del Sur, Turquía y México.
Solo desde el Cacom-5, en 2015 se hicieron 323 misiones, entre operaciones de rescate de personal, traslado aeromédico y evacuaciones humanitarias. También se hicieron, desde Rionegro, 57 misiones de extinción de incendios, en las que se invirtieron casi 131 horas de vuelo.
“Las misiones en el Halcón son diferentes a las de los otros helicópteros. Hacemos evacuación de personal con grúa en lugares tan remotos que no se puede aterrizar”, dice la capitana, en tanto resalta que se requiere de entrenamiento, concentración y trabajo en equipo para tener éxito en las operaciones.
A un hijo no se le guardan atributos, y María Alejandra menos los evita con el UH - 60, su Ángel. No se detiene en tratar de demostrar su imponencia y menciona, una y otra vez, esa potencia que permite realizar las funciones más complejas.
“Lo bonito del Ángel es que las misiones son gratificantes. Esas misiones, muchas veces, se realizan en medio del enemigo, en puntos con condiciones difíciles de clima, terreno. Salvar vidas me llena y motiva”, puntualiza la oficial.
Sueños de familia
Entregar parte de la vida, con tanta dedicación y concentración, trae sus consecuencias. María Alejandra ha aplazado el proyecto de construir su propia familia.
No descarta tener hijos. Lo sueña. Tantos logros sin poder transmitírselos a su descendencia, la detiene a pensar en abrirle campo a esa posibilidad.
“Con una vida tan agitada, por ahora no es fácil. Pero anhelo con contarle a mis hijos todo esto que estoy viviendo”, anota.
El reto que asumió al cumplir con los requisitos para ser piloto del UH-60 le implican estar disponible las 24 horas. En cualquier momento puede ser llamada para realizar operaciones en el Caquetá o en Arauca, por ejemplo. Ella lo sabe. Tendría que estar fuera de casa por una o dos semanas. Ese es el precio que, siente, debe pagar por salvar vidas, por defender la Patria.
“Los pretendientes me ven como si fuera muy brava por volar un Black Hawk”, cuenta, entre sonrisas.
Y es que, María Alejandra, quien ya recibió, además, su grado como ingeniera informática, tiene esa capacidad de ponerle una cara amable a las dificultades, de dar un giro cuando se trata de pilotear la vida.
Admite que en algún momento pensó en tirar la toalla. “Eso les pasa a muchos en esta profesión”, se justifica. Pero como una combatiente de verdad, tuvo el coraje suficiente para seguir adelante y ser hoy una mujer ejemplar.
“Soy como cualquier colombiana. Aparte de la satisfacción propia y de mi familia, espero abrir el camino para que otras mujeres lleguen a volar este equipo, ya sea como piloto o copiloto, y por qué no, en un futuro ver un Black Hawk con tripulación netamente femenina”, concluye.