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“Hacer mi rural en el Vichada es un privilegio que pocos tienen”

El sueño de convertirse en médico es un sentimiento de victoria y orgullo, haber atravesado diferentes obstáculos enriquecen de manera profesional y personal; largas horas sin dormir, turnos incansables y revistas médicas que al final tienen una recompensa y es servir a la comunidad, es la vida de un estudiante de medicina, caótica pero fructífera.

Luego de las celebraciones, los abrazos de la familia llega la preocupación de saber cuál será el paso a seguir, el año rural, hoy conocido en la legislación como Servicio Social Obligatorio (SSO), una experiencia mítica entre los estudiantes que pocos saben pero que están llenas de leyendas, historias y anécdotas contadas por los más veteranos.

Este camino de rural puede realizarse de dos maneras, la primera mediante un sorteo nacional la cual se asignada una plaza al azar por parte del Ministerio de Protección Social en los 1.123 municipios del país, la otra es mediante SSO, consiste en conseguirla por cuenta propia.

Pero aquí hasta ahora la travesía comienza, el deseo altruista de cada médico consiste en recorrer municipios y veredas de Colombia para ayudar a las poblaciones vulnerables y menos favorecidas del país, con el fin de salvar una vida y prestar un servicio voluntario con la expectativa de comenzar una nueva aventura en el sector de la salud.

Alejados de la familia, los amigos y demás seres queridos, sumándole a esto los nervios y ansiedad por vivir una nueva etapa en un lugar desconocido, así lo describe la médica Ana María Gómez, egresada de la Universidad del Rosario y quien en la actualidad está por finalizar su rural en el Grupo Aéreo del Oriente de su Fuerza Aérea Colombiana, es hija única, oriunda de Bogotá pero de familia santandereana y siempre tuvo presente su vocación de servicio en el área de la medicina.

¿Cuál ha sido la experiencia de hacer su rural en la Fuerza Aérea Colombiana?
Una experiencia enriquecedora más allá del médico, la labor que se hace con los soldados y habitantes de la región es muy importante, además de brindarles la atención médica, también hace parte de mi profesión, darles una voz de aliento a aquellas personas que pasan por el consultorio, siento que aquí he desarrollado más el sentido de la humanidad, he tenido un aprendizaje integral que valoro y me llevo de mi Fuerza Aérea.

¿Cómo ha manejado la distancia durante la pandemia con su familia?
He sido una persona independiente, ya había estado lejos de mi casa pero esta es una condición un poco particular porque las vías de comunicación no son como en cualquier otra ciudad o departamento, cuando se cae el internet por varios días o hay problemas de conectividad si es un poco duro, además las experiencias difíciles en GAORI se hacen aún más complicadas cuando no se tiene la familia cerca, pero siempre los siento a mi lado.

¿Qué enseñanzas le ha dejado trabajar en el Grupo Aéreo del Oriente?
Esto me ha dado un crecimiento personal, las costumbres militares son muy bonitas y las admiro mucho, esta es una zona muy aislada y precisamente quería que mi rural fuera una experiencia única, brindar el conocimiento que he adquirido a aquellas familias que lo necesitan me llena de satisfacción y orgullo, también sé que si no hubiera hecho mi rural en el Vichada habría sido diferente en otro lugar.

¿Qué mensaje le deja a los próximos médicos rurales?
Este particularmente es un rural que le enseña a uno cosas de sí mismo y le permite tener una visión del país que como estudiante de medicina observa de lejos o en los grandes hospitales, ahora que veo de primera mano las condiciones del país, y que la población tiene muchas limitaciones y necesidades, es que comprendo la labor tan inmensa que tiene la Fuerza Aérea en estos territorios y el acompañamiento con las familias, sin duda, es muy valiosa y vale la pena tener contacto con personas que lo necesitan.

Estar en contacto con la medicina estuvo en su cuna, la mayoría de su familia está relacionada con la salud, desde pequeña recuerda sus fotos de jardín con bata y fonendo, pero no con las Fuerzas Militares, en su casa siempre han tenido admiración y respeto por la labor que cumplen y sin tener conocimiento sobre ellas aumentaba su deseo de hacer el rural en una Institución militar para contribuir con el desarrollo del país.

Quedando exonerada del sorteo nacional, aun así sentía un vacío de tener otra experiencia y trabajar con comunidades en situaciones difíciles, era algo que la atraía, siendo así tomó la decisión de hacer el proceso de selección con la fortuna de ingresar y vincularse como SSO, una vez ha sido seleccionada recuerda haber recibido una llamada con las indicaciones a la unidad a la que debía presentarse y con una sonrisa en su rostro menciona no saber en qué parte del mapa quedaba el Vichada, emocionada y con muchas expectativas llega al lugar donde encontraría otra familia en el Grupo Aéreo del Oriente.

Autor
Subteniente Alexandra Quintero Fonseca

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