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Compromiso y vocación de una guía canino al servicio de la Orinoquía

Desde pequeña, Angie Buitrago Conde, Técnico Cuarto de la especialidad de Seguridad y Defensa de Bases tuvo claro su propósito: servir a su país. Inspirada por su hermana, voluntaria de la Defensa Civil, descubrió su vocación cuando, aún en el colegio, tuvo en sus manos un folleto de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aeroespacial Colombiana. Diez años después, cumple ese sueño con la misma pasión del primer día, convirtiéndose en la única mujer guía canino del Grupo Aéreo del Casanare (GACAS).

Su camino en la institución la llevó a conocer el trabajo con caninos durante su formación en la Escuela de Suboficiales. Aunque no siempre tuvo afinidad por los perros, aquel encuentro despertó en ella una pasión que la acompañaría por siempre. Más adelante, mientras se desempeñaba como aerotécnico en el Grupo Aéreo del Amazonas (GAAMA), surgió la necesidad de guías caninos en la unidad, y fue enviada a la Escuela de Instrucción Canina Militar (ESCAM) para capacitarse en un curso extraordinario. Desde entonces, su vida cambió.

Con siete años en la Fuerza Aeroespacial Colombiana, ha enfrentado múltiples retos, algunos relacionados con su género y otros propios de la vida militar. Sin embargo, más que obstáculos, los ha visto como oportunidades para demostrar su capacidad, disciplina y profesionalismo. “Si bien en ocasiones he tenido que esforzarme el doble para romper ciertos estereotipos, el uniforme no distingue género, sino compromiso y vocación”, afirma con orgullo.

Su labor como guía canino no solo representa una gran responsabilidad, sino también un vínculo auténtico con su compañero de cuatro patas. “Ellos no te juzgan, siempre te reciben con amor y felicidad. Más que compañeros de trabajo, son aliados leales que siempre dan lo mejor de sí, sin esperar nada a cambio”, expresa.

Pero su verdadera prueba de fuego llegó recientemente, cuando fue desplegada en su primera operación real. Junto a su canino, participó en la ubicación y destrucción de un laboratorio ilícito en Orocué, Casanare, donde se producían más de seis toneladas de estupefacientes al mes. La misión no solo puso a prueba sus conocimientos y entrenamiento, sino también su valentía. Enfrentarse a un terreno hostil, con la latente amenaza de operar en una zona vulnerable a un ataque, significó un reto extremo en el que cada paso era una decisión calculada entre la vida y la muerte. Con determinación y coraje, asumió el riesgo, demostrando que su compromiso con la seguridad de la nación está por encima del miedo.

Ser la única mujer guía canino en la unidad es, para ella, un honor y una responsabilidad. “Es demostrar que la pasión, la dedicación y el amor por los caninos no tienen género. Es abrir camino, inspirar y mostrar que con trabajo y entrega se pueden superar cualquier reto”.

A las mujeres que sueñan con hacer parte de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, les deja un mensaje claro: “Nunca subestimen su fortaleza. La disciplina, la pasión y el coraje son sus mejores aliados. No dejen que los estereotipos las limiten; cada desafío es una oportunidad para demostrar su capacidad. Rodéense de personas que las inspiren, confíen en su preparación y, sobre todo, recuerden que el uniforme no distingue género, sino compromiso y vocación”.

Autor
Oficina de Comunicación Pública GACAS

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