La seguridad, además del Estado, involucra al individuo, la comunidad y el medio ambiente. Todos, se constituyen en objetos referentes de nuestra misión como poder aeroespacial al servicio de los colombianos.
La seguridad, además del Estado, involucra al individuo, la comunidad y el medio ambiente. Todos, se constituyen en objetos referentes de nuestra misión como poder aeroespacial al servicio de los colombianos.
Desde que desplegamos nuestras alas, hemos forjado la cohesión del país en las alturas, sumando determinación, compromiso y sentido del deber. Una vez entre nubes, tejimos puentes que superaron la difícil geografía, fundiendo un crisol de identidades, culturas y tradiciones, patrimonios invaluables que constituyen la realidad de lo que somos: una Colombia diversa que escribe su propio destino con el tesón de su gente.
Nuestra Institución es el reflejo del avance del país y del mundo en múltiples campos: nuevas tecnologías, filosofías y modelos de pensamiento, que amplían el horizonte de posibilidades del ser humano, así como, su presencia en los más diversos campos del poder. Con el trascender del tiempo, a los dominios de mar, tierra y aire, se sumaron el espacio y ciberespacio.
A partir de 1919, la Fuerza Aérea Colombiana ha impulsado el control territorial, el desarrollo del país y la garantía de los derechos, libertades y orden constitucional de la Nación. Un propósito que ha hecho posible al ejercer soberanía en los cielos, tendiendo puentes aéreos, custodiando las fronteras y protegiendo la geografía continental, insular y marítima que nos hace un sólo Estado. Las cordilleras que nos dividen fueron superadas por pilotos y tripulaciones que cohesionaron culturas, identidades, arraigos y miradas diversas, gracias a las alas del poder aéreo.
Desde 1952, el desarrollo de Colombia ha sido labrado por la influencia trascendental del helicóptero. Infraestructura, apoyo humanitario, atención de emergencias, vigilancia, transporte, operaciones ofensivas y defensivas, todas, han sido llevadas a cabo en estas aeronaves, dominando la imponente y desafiante geografía nacional.
Desde que nuestras aeronaves se elevaron en los cielos de Cundinamarca y Valle del Cauca, para dominar la geografía de nuestra Patria, defender a los colombianos, nuestra democracia, derechos y libertades, hemos crecido en capacidades, doctrina, capital humano e ideales. Todo un camino que ha marcado la senda que hemos recorrido paso a paso, sobreponiéndonos a desafíos enormes.
Los orígenes de la Fuerza Aérea Colombiana datan de las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, justo cuando el poder aéreo se presentaba como una capacidad distintiva y el aire como la dimensión que dominaría el devenir de los conflictos futuros, escenario desde donde se aseguraría la supervivencia de los Estados.
“Esta Fuerza no para de sorprenderme”, es una frase que repito con frecuencia al observar lo que la Institución logra año tras año, gracias al compromiso, entrega, dedicación, capacidad visionaria e innovadora y vocación de victoria de nuestro personal, cualidades que nos han llevado a proyectarnos como grandes aliados, así como, líderes referentes y preferentes en la región.
El corazón de la Fuerza somos todos; creer en ello nos inspira, nos llena de orgullo y optimismo, nos da la fe y el coraje necesarios para no desfallecer ante las adversidades.