El 26 de julio llegaron a la casa del entonces ministro de Defensa, Gabriel Silva, el almirante Álvaro Echandía, el general del Ejército Luis Alejandro Navas y el general de la Fuerza Aérea Julio Alberto González. Allí encontraron el almirante Édgar Cely y minutos después hizo presencia el general de la Policía Óscar Naranjo. Habían sido llamados a una reunión con el Presidente electo. Cada uno sabía por separado que había sido designado jefe máximo de su institución para el nuevo gobierno. Pero salvo el almirante Cely, ya nuevo comandante de las Fuerzas Militares, ninguno imaginaba quiénes serían sus compañeros.